Temor y ansiedad en los niños
La mayoría de los niños, en algún estado de su desarrollo, sienten temores. Entre los temores más comunes están el miedo a la oscuridad, a los ruidos, a los animales grandes, a perderse, a los monstruos y a tener que dormir solos. A veces, los niños se asustan mucho cuando piensan que van a perder uno de los padres, o ambos, debido a enfermedad o muerte.
La ansiedad es una parte normal del desarrollo emocional del niño y pueden sentirla en forma de temor y preocupación excesiva. Los niños pueden sentir ansiedad al tener que enfrentar cambios en sus vidas. Por ejemplo, pueden sentirse ansiosos cuando tienen que mudarse de casa, empezar una nueva escuela, o involucrarse en alguna actividad nueva. La ansiedad puede ser causada por la falta de comprensión por parte de los niños sobre lo que les está pasando a ellos o a sus seres queridos.
Los niños pueden expresar su ansiedad de varias maneras, por ejemplo, pelearse con los hermanos y amigos, hacer berrinches, experimentar disturbios al dormir, llorar frecuentemente, apegarse a los mayores y tomar una actitud desafiante. Las causas del comportamiento infantil frecuentemente son difíciles de comprender. Estar al corriente de lo que está pasando con sus hijos le ayudará a reconocer las señales que indican que se sienten ansiosos.
Reacción a los temores y ansiedad de sus hijos
No se burle de los temores o preocupaciones de sus hijos. Aunque los temores puedan parecer tonterías irracionales, para el niño son cosas serias y reales. Trate de no sentirse frustrado y enojado.
Escuche la descripción de los temores que le cuente el niño. Reconózcalos y haga saber al niño que usted está dispuesto a ayudarle.
Déle tiempo al niño para que pueda superar sus temores. Esto puede llevar semanas, meses o incluso más tiempo.
Hablar con los niños sobre los temores y la ansiedad puede lograr que estos sentimientos les parezcan menos agobiantes.
Provea explicaciones simples y racionales para apaciguar las preocupaciones de los niños.
Cuente a los niños las cosas que le preocupaban a usted y cómo las ha superado.
Evite decirle a los niños que no tienen que tener miedo de nada. Este mensaje puede que lo interpreten como que usted no entiende lo que ellos sienten.
Ayudar a los niños a pensar sobre lo que les preocupa, les ayudará a sentirse menos preocupados. Por ejemplo, si sus hijos tienen miedo a la oscuridad o a la noche, hable de las luces nocturnas, use juguetes para simular que protegen y pónganse de acuerdo y cumplan las rutinas para ir a la cama.
Generalmente, los niños no pueden explicar su ansiedad. Encuentran difícil hablar sobre sus temores y preocupaciones. Ayúdeles a manejar sus temores por medio del juego. Por ejemplo, jugar a médicos puede ayudar a sobreponer el miedo de ir al doctor.
Evite que los niños sientan temor supervisando lo que están mirando en la televisión. Evite exponerlos a materiales inadecuados que les puedan causar preocupaciones.
Prepare a los niños de antemano para confrontar aquellas situaciones que usted sabe les harán sentir ansiedad. Dígales quién estará allí, qué pasará y a quién podrán recurrir si están preocupados. Por ejemplo, si empiezan a ir a una nueva escuela, lleve al niño varias veces a esa escuela durante los días precedentes a su comienzo. Pase tiempo en el patio de recreo durante los fines de semana, localice dónde está su aula, dónde se ubican los baños y dónde se encontrarán ustedes al terminar la jornada escolar.
El miedo de los niños tiende a disminuir cuando ellos creen que tienen algún control sobre la situación. No fuerce al niño a confrontar sus temores cara a cara. Trate de desensibilizarle de la causa del temor. Por ejemplo, si su hijo o hija tiene miedo a los perros grandes, poco a poco vaya acostumbrándole de manera segura enseñándole dibujos de perros en un libro, jugando con un perro de juguete, mirando a los perros en la tienda de animales y, cuando llegue el momento, animando al niño a acariciar a un perro manso pequeño.
Alabe y reconozca los esfuerzos del niño o niña para confrontar sus temores y ansiedades.
No permita que los niños sepan que usted también está asustado o preocupado puesto que esto aumentaría sus temores. A veces la ansiedad que usted siente puede ser mayor que la que sienten sus hijos. Los niños fácilmente pueden notar su ansiedad. Piense cómo podrá manejar usted su propia ansiedad.
En busca de asesoramiento profesional
Mientras que la ansiedad es muy común en los niños, los padres deben buscar asesoramiento profesional cuando ésta empieza a impactar en su desarrollo sano. Si el miedo o la ansiedad de sus hijos interfiere con el desarrollo de sus actividades cotidianas y va empeorando a medida que van pasando los meses, en vez de mejorar, pida ayuda a su doctor de cabecera, a un pedíiatra o al consejero escolar.